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domingo, 18 de abril de 2010

Crónica de miércoles en una tarima de Miraflores

Veinte para las diez y no cabe un alfiler en el local. Adalí está sentada en la barra conversando con un grupo de fans que vienen de muy lejos para verla, para escucharla. Ella les sonríe, ellos la abrazan, ella los abraza, se toman la foto, pide un vaso de agua pero no puede tomarlo porque otro grupo ya la abordó, le hacen preguntas, ella les sonríe, ellos la abrazan, ella los abraza y ¡click! se toman la foto.


Diez para las diez ya no se permite el ingreso de nadie más. Ella se pone de pie y le pide al oído a los músicos que estén listos. Ellos suben a la tarima dispuestos a disparar, ella toma el agua al fin y sube también. Saluda al público, les echa una mirada, juega con él, piropea a los hombres y se vuelve cómplice y voz de de todas las mujeres.
Pero ¿Donde está la batería? ¿Dónde está la stratocaster? Se trepa en la silla y le propone a los músicos en voz baja un tema que es aceptado con picardía como un reto. Es un show de madera con una guitarra y un cajón y por lo visto ni ella sabe lo que va a suceder.

Toma aire y aparece su voz que mide con precisión el local. Lo recorre vibrante, oído por oído y llega a la médula, canta boleros, blues, rock, R&B, rancheras, hace lo que quiere. Los músicos están disfrutando atentos, con la antena en alto respirando por la boca. Es un éxito, la pura realidad sin “reality”- neologismo anglófono que denota el fracaso seguro en una carrera artística. Esta es una verdad. Sólo están su voz, la madera y el sentimiento común.

Y es que, a mucha gente le gusta cantar y pocos lo hacen bien y de quienes lo hacen bien pocos son verdaderos artistas. Pero, ¿qué hace que un talento aflore para hacer a un artista y que a su vez se convierta en un ídolo? ¿Qué logra hacer de un ídolo una leyenda? ¿tener un club de fans? (¿o varios?) ¿Abarrotar un local martes o miércoles?

¿Poner de pie al público (joven , adulto, pobre o rico) desde la primera interpretación?

Todo parece apuntar a que ese es su destino. ¿porqué? Yo tengo una opinión:

Adalí Montero nunca “amarra” el show. Para ella eso no existe. Ante tres personas o ante mil se entrega totalmente, tema a tema, compás a compás, deja siempre el alma en la tarima. No hay nada que guardarse, todo lo que tiene se lo entrega al respetable y el público lo siente. Eres artista ¿si o no?

Adalí puede cambiar de propuesta exitosamente con gran aceptación y no ha podido ser encasillada ni estigmatizada como la versión nacional de un ídolo extranjero. No es nunca más Janis, no es Amy, no es Paquita la del barrio. Su personalidad artística es muy fuerte y se escapa como Houdini de las camisas de fuerza.

El show que se presenta desde las 10 30 de la noche los miércoles en “la Tarima” de Miraflores (Bonilla cuadra 1) es realmente original, atrevido, es disfrutar del baile sobre la cuerda floja y sin red de protección durante dos horas de plena espontaneidad. El público con sus aplausos, que no la dejan bajarse, lo dice todo. Barrabás

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