Este año 2009 nos trajo en enero un martes trece y en febrero viernes trece. ¿deberíamos preocuparnos? Creo que no.
No se por qué razón tales fechas han sido relacionadas con la mala suerte injustamente ( o no César?) y es que yo tenía de niño un amigo que gritaba la frase que va como título de estas líneas y que entonces me parecía un escándalo pero hoy muchos años más tarde me parece lo más sano y positivo del mundo, más que Belmont sus pastillas para la moral y su angelito juntos.
En el mundo anglosajón (el de los angloparlantes o hablantes del inglés por lengua materna y no por un mes en Cicex) creen que el viernes trece es un mal día para desarrollar cualquier empresa mientras que en el mundo latino, o sea el de la familia idiomática Románica (castellano, portugués, rumano, francés) creen que el gran maldito es el martes trece, exceptuando los italianos que suponen que el día salado es realmente el viernes 17.
Nuestro mundo latino tiene al martes como el día del dios Marte, dios de la Guerra y conlleva el simbolismo que la Guerra trae consigo: Martes es de muerte. Por otra parte, el viernes es el día sagrado del tan satanizado Islam, como sagrado es el sábado para el judaísmo y el domingo para los cristianos. Unos archi enemigos de los otros. (Sea cual fuere tu Dios, sin chamba todos los días son iguales).
Por aquí podríamos estarnos acercando a la razón última de esta cuestión de supersticiones, que para ser honesto, no me quita el sueño excepto cuando recuerdo que un grupo musical peruano de cumbia pereció en Argentina en día trece viajando trece personas en un vehículo de manera trágica. Extraño y lamentable suceso.
En castellano la frase exacta es “En trece y martes, ni te cases ni te embarques” razón por la que los hoteles, cruceros y hasta tortas de matrimonio carecen de tal piso y saltan la numeración hasta el catorce aunque la verdad es muy incierto el asunto y apostaría a que más de uno ha tenido tanta suerte un martes o un trece más que cualquier otro día y sería necesario desterrar del acervo popular lo que carece de sentido.
En todo caso si tan poco probable es el asunto, ¿porqué no revertir esa energía y tomarlo de una manera “positiva mi hermano”?. ¡Que sea un gran día el viernes o el martes trece! Mira al cielo y pídele al innombrable que por ese día, lejos de haber mala suerte, te ocurra algo extraordinariamente bueno:
Señor haz que por un día Chile entienda razones, que el Sutep desparezca, o que un par de pulgadas el pipilí me crezca. Amén.
Barrabás
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