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martes, 4 de mayo de 2010

¿Todavía no tienes acosador?

“Nada está más de moda que tener un acosador” me dijo no hace mucho mi amiga Sandrita, emocionada cuando se enteró de que ya le habían creado dos falsos facebooks, uno armado con algunas fotos de su facebook real y otro sin ninguna imagen en el perfil. “Ya no hay necesidad de ser rico o famoso ni nada de eso” me aclaró. “Es más, ya no se qué es más looser, ser un acosador o no tener uno”.

Me contó que sus amigas tenían también varios acosadores: celuláricos, messengermaniacs y hasta facebookeros (que eran sus favoritos) además, los “suyos” eran especialmente románticos porque entre otras cosas le preguntaban diaria y anónimamente ¿de color es tu calzón? y eso la volvía loca. Pero ¿no te da miedo Sandy? le pregunté “¡no! nada que ver, te apuesto a que son un par de churros timidones”. Yo no pensé igual.

Nuestras conversaciones eran de mediodía, durante los almuerzos que apenas duraban media hora porque su jefe era un explotador de esos que consideraba que comer no era cosa muy importante. Hace una semana volvió de nuevo a comentar sobre ese tema y me preguntó ¿Y tú ya tienes o no tienes acosador “Barrita”? , (que es como me llama ella como diminutivo de Barrabás) Y le dije orgullosamente que sí “ya tengo”

Y era verdad. “reciencito” nomás había comprobado en carne propia que ella tenía mucha razón. Estos tipos- que viven en un mundo paralelo jorobando la paciencia de la gente- existen y son mucho más comunes de lo que imaginaba y me solté a contarle (porque así me lo pidió) a la una de la tarde lo que me había sucedido. Ella comía un sanguchito Light y yo un menú de chifa de 5 soles, sopa, combinado y su wantán refrito encima.

“Todavía recuerdo la primera vez que lo ví Sandrina”. Apareció una noche -cuando yo estaba con un grupo de amigos tomando unas cervezas en un local- cargando su guitarra que más parecía una tabla para picar cebolla llena de calcomanías no solo arañadísima y vieja sino que también resultaba imposible de afinar y que con toda seguridad serviría mejor para hacer “ouija” que música.

Se presentó a la mesa y le pedimos un par de canciones y se arrancó a cantarlas entusiastamente sin saberlas. Cantaba una canción pero parecía que tocaba otra. A mí me pareció un gran cómico, me cayó bien y como me tocaba pedir la ronda cometí la torpeza de pedir una chela también para él. Mi buen amigo Lalo me advirtió al oído “no lo empelotes, porque este compadre es medio especial”.

Desde ese momento se convirtió en mi pata pero así como se pegan los choros a un bote. Cantó el comienzo de otra canción y cuando lo callaron me contó que era cantante en locales muy importantes nombró La tiendecita blanca, El Costa verde, la Rosa náutica y una sarta de locales en los que con seguridad no había tocado ni para espantar a los borrachos. Simplemente no trabajaba porque un pariente le mandaba algo de plata de Estados Unidos.

Pasaba los cuarenta y nunca había escuchado de algún Sócrates ni sabía con que cucharón se comía Platón pero eso sí, sus maestros y guías en el mundo de la filosofía y las artes eran Gabrielcha Pardo y Manuel “S”. “Son recontrapower camarada y también “el Barrio del Pueblo”. Porque para construir hay que destruirrrr”. Le dije que esos artistas eran muy respetables y respetados y que no tenían necesariamente un mensaje violento pero él ya estaba gritando de nuevo: ¡destruirrrr!

Cuando me fui- cansado de escucharlo- me entregó su tarjeta José Alberto Vásquez Martínez (o algo así) pero llámame chamaco para ti nomás camarada” y continué encontrándolo en ese local siempre con su barba de tres pelos, su polo rojo del che Guevara, su guitarra picacebolla (para castigarnos con sus canciones inacabadas) y hablando siempre de ¡destruir! y de su incoherente sueño de viajar algún día a Estados Unidos. “Me falta la visa nomás camarada, te apuesto que me la dan a la primera”

Dejé de verlo cuando dejé de ir a ese local porque el tipo me agrandaba la cuenta ya sin consultarme (y hasta invitaba) pero un mal día del pasado marzo reapareció vía Facebook solicitando la amistad con un mensaje interno que decía “camarada ¿te acuerdas de mi? , que bueno que te encontré, ahora juntos de nuevo lucharemos por la justicia del mundo” y cometí la segunda torpeza que fue aceptarlo.

Al día siguiente ya teníamos la increíble cantidad de 63 amigos en común que sumados a los suyos anteriores le daban un total de 67. Desde ese bendito día que lo acepté me fue imposible colgar un video o una noticia sin que él, en menos de 16 segundos ( a veces menos) las comentara de la manera más absurda posible con frases incoherentes, incomprensibles que trataré de recordar.

Cuando puse un video de Lennon él puso: “inspiración pura y pura como la muerte, cuando se debe hay que morirrrrr” Cuando colgué un video de Manante en vez de comentar sobre el nuevo jazz peruano me puso: “loco ¿has escuchado un grupo que se llama Katunga? Y cuando colgué el primer gol de la U en el campeonato él comentó: “relajos del adversario son como comer pan sin libertad carajo!”

Le escribí inmediatamente por vía interna pidiéndole encarecidamente que tratara de responder sin tanto apuro, que la idea de Facebook era que participe más gente porque si escribía cosas así los amigos (ahora “nuestros” amigos) podrían sentirse incómodos. Me respondió: sorry camarada, no va volver a ocurrir, que había fumado algo fuerte pero que respecto de la “incomodidad” me aclaró: “imagínate si al ché le hubiese importado la comodidad! Recuerda camarada que él murió por nosotros”.

Preferí no responderle nada, ni sobre Lennon ni Katunga, ni la comodidad del ché y menos aclararle que lo estaba confundiendo con Jesucristo, nada. Quizás por eso la cosa continuó. No quise eliminarlo para no crear una molestia ni herir su inmensa susceptibilidad pero luego de un tiempo yo borraba discretamente sus comentarios hasta que se dio cuenta y me envió un mensaje terriblemente afectado emocionalmente que decía…..

Ayyyyy! el grito de Sandrita fue muy agudo e hizo voltear a todo las mesas del local “Barra eres un tarado, por tu culpa ya me pasé media hora, mi jefe me va a a botar! Su cara de pavor era indescriptible . no me quedó más que decirle: “Corre Sandrita después te cuento el final”. Entra al Messenger en la noche Barra y ahí me terminas de chismear de tu acosador……….(continuará mañana)

miércoles, 21 de abril de 2010

Evangelio de Toñito según Barrabás

Toñito apareció inesperadamente en mi Facebook comenzando este verano ya ido, un viernes si mal no recuerdo, luciendo una expresión tan saludable en su foto de perfil -pleno y radiante de felicidad con una camisa exageradamente blanca y sugerido por Sandrita, una amiga muy querida a quien se le pegaban esos sujetos a los que técnicamente podríamos llamar “zonzos”.


En mi concepto su cara era un libro de autoayuda pero podría ser un prejuicio mío aunque luego Sandrita lo disolvió aclarándome: “Toñito es lindo-lindo,” me dijo “parece que viviera filmando una propaganda de leche Gloria”. Nunca abrí su perfil (ni esperé que abriese el mío) hasta hace unos días que Facebook envió un reporte que me causó gracia: Toñito: ya no habla portugués.

Fue tanta mi curiosidad que se convirtió pronto en una obsesión ¿cómo michi podría alguien dejar de hablar un idioma de la noche a la mañana? Intrigado, invertí muchas horas y días en estudiar la vida de Toñito: observé sus fotos, leí sus comentarios, ví sus videos, y es así que ahora tengo una idea de lo que le pasó a este contacto a quien sin conocer personalmente siento ahora muy cercano.

El resultado de mi investigación según lo visto es que efectivamente hasta hace unos meses Toñito estaba segurísimo de que hablaba portugués así nomás sin clases ni academia digamos que “por instinto” como lo consignaba su perfil (¡ah! italiano también ahora que recuerdo) sin haberlo estudiado nunca, por pura intuición ….hasta que fue a Brasil y se enteró que no sabía un carajo.

Desde hacía cuatro meses (o sea un mes antes de comprar el pasaje)se hacía llamar “Toninho”. Desde hacía tres, se vió en DVD todas las novelas made in Brazil de Rede Globo que pasaron por el 9 y que pudo encontrar bajo copyright de “el hueco” y los dos últimos meses tomó solo Caipiriña y Brahma con ese resultado catastrófico conocido como “cruce”.

Un mes antes llevó a Sandrita a un recital de Pilar de la Hoz y ni aún con esto quedó advertido a tiempo de la verdadera dificultad del idioma. Sandrita aprovechó la velada para preguntarle a donde iba a llegar. “A la casa de Enzo, un amigo de la universidad”, que según dijo no sabía que hacer con su plata y cuyos papis reservaban una casa en Río todos los febreros para no perderse el carnaval carioca.

“Toñi ¿No has escuchado a Julinho y a Brenda Carvalho como tratan de balbucear el español?” Le preguntó Sandrita. Pero el terco no se preocupó en lo más mínimo. “Tranquiliña Sandriña tudo ta bem!” Pero Sandra estaba segura de que estaba engañado por ese tonto doblaje de las novelas que había visto y por esos falsos sacerdotes criollazos de esas sectas mágicas que fingían “falar brasileiro”.

La misma noche que llegó a “el Galeón” cenó con los papás de Enzo y dos parejas de lo más refinadas. De arranque quiso piropear a la señora diciéndole que era muy bella para ser mamá de Enzo. Pero “bella” suena en portugués como “velha” (o sea “vieja”) y no fue recibido el halago con buena cara. Después de quince minutos se aclaró su verdadera intención pero a la mamá ya se le había cortado la digestión.

En la conversación entre otras cosas confundió a Gal Costa Con Gal Matarazzo “¡claro el transexual!”, dijo. Repitió dieciséis veces que la cachaza era malísima al lado del Pisco y que los brasileros eran genéticamente relajados. Enzo en un paréntesis le dijo al oído que iba a tener que regresarse a Lima de emergencia, que si quería se podía quedarse en el cuarto de la casa en donde estaba hospedado.

“Mis papás se van a Bahía dos días y de ahí a Viña”. Así fue que la tan esperada semana se le pasó de parque en parque viendo Río por la ventana y comiendo sin entender de qué se trataba el plato. Y así en sus pocas fotos - que descargó antes de que le robaran la cámara- salía con una cara de pelotudo, (una con blue jean en la playa) y porsupuesto abandonado hasta por el clon de su sombra.

Parece que al regreso tuvo la mala idea de colgar las fotos igual y sus patas lo vacilaron tanto que pasados cuarentaicinco comentarios su paciencia se acabó y no se pudo abrir más su sitio en la red. precisamente ayer recibí un mensaje suyo inbox que decía Toñito: “Sorry, Este Facebook se encuentra temporalmente en reestructuración”

Hoy que hablé con mi querida Sandra supe que su Toñito lindo tiene un gran espíritu y que lejos de sentirse derrotado por la experiencia veraniega está pensando ahora en viajar a Italia a medio año, a Milán más precisamente, porque la vida es corta y como dice él, el italiano es un idioma que se aprende en cualquier pizzeria. Buon Viaggio!

Barrabás Pentagramado

lunes, 19 de abril de 2010

En viernes trece el pipilí te crece!

Este año 2009 nos trajo en enero un martes trece y en febrero viernes trece. ¿deberíamos preocuparnos? Creo que no.


No se por qué razón tales fechas han sido relacionadas con la mala suerte injustamente ( o no César?) y es que yo tenía de niño un amigo que gritaba la frase que va como título de estas líneas y que entonces me parecía un escándalo pero hoy muchos años más tarde me parece lo más sano y positivo del mundo, más que Belmont sus pastillas para la moral y su angelito juntos.

En el mundo anglosajón (el de los angloparlantes o hablantes del inglés por lengua materna y no por un mes en Cicex) creen que el viernes trece es un mal día para desarrollar cualquier empresa mientras que en el mundo latino, o sea el de la familia idiomática Románica (castellano, portugués, rumano, francés) creen que el gran maldito es el martes trece, exceptuando los italianos que suponen que el día salado es realmente el viernes 17.

Nuestro mundo latino tiene al martes como el día del dios Marte, dios de la Guerra y conlleva el simbolismo que la Guerra trae consigo: Martes es de muerte. Por otra parte, el viernes es el día sagrado del tan satanizado Islam, como sagrado es el sábado para el judaísmo y el domingo para los cristianos. Unos archi enemigos de los otros. (Sea cual fuere tu Dios, sin chamba todos los días son iguales).

Por aquí podríamos estarnos acercando a la razón última de esta cuestión de supersticiones, que para ser honesto, no me quita el sueño excepto cuando recuerdo que un grupo musical peruano de cumbia pereció en Argentina en día trece viajando trece personas en un vehículo de manera trágica. Extraño y lamentable suceso.

En castellano la frase exacta es “En trece y martes, ni te cases ni te embarques” razón por la que los hoteles, cruceros y hasta tortas de matrimonio carecen de tal piso y saltan la numeración hasta el catorce aunque la verdad es muy incierto el asunto y apostaría a que más de uno ha tenido tanta suerte un martes o un trece más que cualquier otro día y sería necesario desterrar del acervo popular lo que carece de sentido.

En todo caso si tan poco probable es el asunto, ¿porqué no revertir esa energía y tomarlo de una manera “positiva mi hermano”?. ¡Que sea un gran día el viernes o el martes trece! Mira al cielo y pídele al innombrable que por ese día, lejos de haber mala suerte, te ocurra algo extraordinariamente bueno:

Señor haz que por un día Chile entienda razones, que el Sutep desparezca, o que un par de pulgadas el pipilí me crezca. Amén.

Barrabás

domingo, 18 de abril de 2010

Crónica de miércoles en una tarima de Miraflores

Veinte para las diez y no cabe un alfiler en el local. Adalí está sentada en la barra conversando con un grupo de fans que vienen de muy lejos para verla, para escucharla. Ella les sonríe, ellos la abrazan, ella los abraza, se toman la foto, pide un vaso de agua pero no puede tomarlo porque otro grupo ya la abordó, le hacen preguntas, ella les sonríe, ellos la abrazan, ella los abraza y ¡click! se toman la foto.


Diez para las diez ya no se permite el ingreso de nadie más. Ella se pone de pie y le pide al oído a los músicos que estén listos. Ellos suben a la tarima dispuestos a disparar, ella toma el agua al fin y sube también. Saluda al público, les echa una mirada, juega con él, piropea a los hombres y se vuelve cómplice y voz de de todas las mujeres.
Pero ¿Donde está la batería? ¿Dónde está la stratocaster? Se trepa en la silla y le propone a los músicos en voz baja un tema que es aceptado con picardía como un reto. Es un show de madera con una guitarra y un cajón y por lo visto ni ella sabe lo que va a suceder.

Toma aire y aparece su voz que mide con precisión el local. Lo recorre vibrante, oído por oído y llega a la médula, canta boleros, blues, rock, R&B, rancheras, hace lo que quiere. Los músicos están disfrutando atentos, con la antena en alto respirando por la boca. Es un éxito, la pura realidad sin “reality”- neologismo anglófono que denota el fracaso seguro en una carrera artística. Esta es una verdad. Sólo están su voz, la madera y el sentimiento común.

Y es que, a mucha gente le gusta cantar y pocos lo hacen bien y de quienes lo hacen bien pocos son verdaderos artistas. Pero, ¿qué hace que un talento aflore para hacer a un artista y que a su vez se convierta en un ídolo? ¿Qué logra hacer de un ídolo una leyenda? ¿tener un club de fans? (¿o varios?) ¿Abarrotar un local martes o miércoles?

¿Poner de pie al público (joven , adulto, pobre o rico) desde la primera interpretación?

Todo parece apuntar a que ese es su destino. ¿porqué? Yo tengo una opinión:

Adalí Montero nunca “amarra” el show. Para ella eso no existe. Ante tres personas o ante mil se entrega totalmente, tema a tema, compás a compás, deja siempre el alma en la tarima. No hay nada que guardarse, todo lo que tiene se lo entrega al respetable y el público lo siente. Eres artista ¿si o no?

Adalí puede cambiar de propuesta exitosamente con gran aceptación y no ha podido ser encasillada ni estigmatizada como la versión nacional de un ídolo extranjero. No es nunca más Janis, no es Amy, no es Paquita la del barrio. Su personalidad artística es muy fuerte y se escapa como Houdini de las camisas de fuerza.

El show que se presenta desde las 10 30 de la noche los miércoles en “la Tarima” de Miraflores (Bonilla cuadra 1) es realmente original, atrevido, es disfrutar del baile sobre la cuerda floja y sin red de protección durante dos horas de plena espontaneidad. El público con sus aplausos, que no la dejan bajarse, lo dice todo. Barrabás