“Nada está más de moda que tener un acosador” me dijo no hace mucho mi amiga Sandrita, emocionada cuando se enteró de que ya le habían creado dos falsos facebooks, uno armado con algunas fotos de su facebook real y otro sin ninguna imagen en el perfil. “Ya no hay necesidad de ser rico o famoso ni nada de eso” me aclaró. “Es más, ya no se qué es más looser, ser un acosador o no tener uno”.
Me contó que sus amigas tenían también varios acosadores: celuláricos, messengermaniacs y hasta facebookeros (que eran sus favoritos) además, los “suyos” eran especialmente románticos porque entre otras cosas le preguntaban diaria y anónimamente ¿de color es tu calzón? y eso la volvía loca. Pero ¿no te da miedo Sandy? le pregunté “¡no! nada que ver, te apuesto a que son un par de churros timidones”. Yo no pensé igual.
Nuestras conversaciones eran de mediodía, durante los almuerzos que apenas duraban media hora porque su jefe era un explotador de esos que consideraba que comer no era cosa muy importante. Hace una semana volvió de nuevo a comentar sobre ese tema y me preguntó ¿Y tú ya tienes o no tienes acosador “Barrita”? , (que es como me llama ella como diminutivo de Barrabás) Y le dije orgullosamente que sí “ya tengo”
Y era verdad. “reciencito” nomás había comprobado en carne propia que ella tenía mucha razón. Estos tipos- que viven en un mundo paralelo jorobando la paciencia de la gente- existen y son mucho más comunes de lo que imaginaba y me solté a contarle (porque así me lo pidió) a la una de la tarde lo que me había sucedido. Ella comía un sanguchito Light y yo un menú de chifa de 5 soles, sopa, combinado y su wantán refrito encima.
“Todavía recuerdo la primera vez que lo ví Sandrina”. Apareció una noche -cuando yo estaba con un grupo de amigos tomando unas cervezas en un local- cargando su guitarra que más parecía una tabla para picar cebolla llena de calcomanías no solo arañadísima y vieja sino que también resultaba imposible de afinar y que con toda seguridad serviría mejor para hacer “ouija” que música.
Se presentó a la mesa y le pedimos un par de canciones y se arrancó a cantarlas entusiastamente sin saberlas. Cantaba una canción pero parecía que tocaba otra. A mí me pareció un gran cómico, me cayó bien y como me tocaba pedir la ronda cometí la torpeza de pedir una chela también para él. Mi buen amigo Lalo me advirtió al oído “no lo empelotes, porque este compadre es medio especial”.
Desde ese momento se convirtió en mi pata pero así como se pegan los choros a un bote. Cantó el comienzo de otra canción y cuando lo callaron me contó que era cantante en locales muy importantes nombró La tiendecita blanca, El Costa verde, la Rosa náutica y una sarta de locales en los que con seguridad no había tocado ni para espantar a los borrachos. Simplemente no trabajaba porque un pariente le mandaba algo de plata de Estados Unidos.
Pasaba los cuarenta y nunca había escuchado de algún Sócrates ni sabía con que cucharón se comía Platón pero eso sí, sus maestros y guías en el mundo de la filosofía y las artes eran Gabrielcha Pardo y Manuel “S”. “Son recontrapower camarada y también “el Barrio del Pueblo”. Porque para construir hay que destruirrrr”. Le dije que esos artistas eran muy respetables y respetados y que no tenían necesariamente un mensaje violento pero él ya estaba gritando de nuevo: ¡destruirrrr!
Cuando me fui- cansado de escucharlo- me entregó su tarjeta José Alberto Vásquez Martínez (o algo así) pero llámame chamaco para ti nomás camarada” y continué encontrándolo en ese local siempre con su barba de tres pelos, su polo rojo del che Guevara, su guitarra picacebolla (para castigarnos con sus canciones inacabadas) y hablando siempre de ¡destruir! y de su incoherente sueño de viajar algún día a Estados Unidos. “Me falta la visa nomás camarada, te apuesto que me la dan a la primera”
Dejé de verlo cuando dejé de ir a ese local porque el tipo me agrandaba la cuenta ya sin consultarme (y hasta invitaba) pero un mal día del pasado marzo reapareció vía Facebook solicitando la amistad con un mensaje interno que decía “camarada ¿te acuerdas de mi? , que bueno que te encontré, ahora juntos de nuevo lucharemos por la justicia del mundo” y cometí la segunda torpeza que fue aceptarlo.
Al día siguiente ya teníamos la increíble cantidad de 63 amigos en común que sumados a los suyos anteriores le daban un total de 67. Desde ese bendito día que lo acepté me fue imposible colgar un video o una noticia sin que él, en menos de 16 segundos ( a veces menos) las comentara de la manera más absurda posible con frases incoherentes, incomprensibles que trataré de recordar.
Cuando puse un video de Lennon él puso: “inspiración pura y pura como la muerte, cuando se debe hay que morirrrrr” Cuando colgué un video de Manante en vez de comentar sobre el nuevo jazz peruano me puso: “loco ¿has escuchado un grupo que se llama Katunga? Y cuando colgué el primer gol de la U en el campeonato él comentó: “relajos del adversario son como comer pan sin libertad carajo!”
Le escribí inmediatamente por vía interna pidiéndole encarecidamente que tratara de responder sin tanto apuro, que la idea de Facebook era que participe más gente porque si escribía cosas así los amigos (ahora “nuestros” amigos) podrían sentirse incómodos. Me respondió: sorry camarada, no va volver a ocurrir, que había fumado algo fuerte pero que respecto de la “incomodidad” me aclaró: “imagínate si al ché le hubiese importado la comodidad! Recuerda camarada que él murió por nosotros”.
Preferí no responderle nada, ni sobre Lennon ni Katunga, ni la comodidad del ché y menos aclararle que lo estaba confundiendo con Jesucristo, nada. Quizás por eso la cosa continuó. No quise eliminarlo para no crear una molestia ni herir su inmensa susceptibilidad pero luego de un tiempo yo borraba discretamente sus comentarios hasta que se dio cuenta y me envió un mensaje terriblemente afectado emocionalmente que decía…..
Ayyyyy! el grito de Sandrita fue muy agudo e hizo voltear a todo las mesas del local “Barra eres un tarado, por tu culpa ya me pasé media hora, mi jefe me va a a botar! Su cara de pavor era indescriptible . no me quedó más que decirle: “Corre Sandrita después te cuento el final”. Entra al Messenger en la noche Barra y ahí me terminas de chismear de tu acosador……….(continuará mañana)
martes, 4 de mayo de 2010
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